domingo, 21 de febrero de 2010

La educación y el laicismo para la democracia


En los valles de Buenos Aires a los 30 días del mes de septiembre de 2009. Era Vulgar

A:.L:.G:.D:.G:.A:.D:.U:.
Roberto Patatian,
M.·. M.·., Respetable Logia Ararat, nº 404, Buenos Aires (Argentina)

La educación y el laicismo para la democracia.
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La educación laica, gratuita y obligatoria como respuesta a las expectativas ciudadanas, para reducir las desigualdades sociales y dar los medios básicos para la integración social. Contribuyen las actuales políticas de educación a la progresiva desaparición de la marginalidad y la inserción del conjunto de la población en un sistema de grupos articulados con las instituciones, ordenado para una evolución previsible y estable en la organización social? La educación laica y la confesional. Relación entre la enseñanza dogmática y el estancamiento intelectual.

Introducción:
Es importante destacar el enfoque del tema según la perspectiva requerida, esto es, la expectativa ciudadana, en la permanente demanda al Estado por una calidad máxima de servicios sociales. En este sentido, la educación pública participa en un ranking de gastos cuyo presupuesto lo determina un complejo mecanismo de decisiones, sujeto a políticas con distintos niveles de prioridad que el gobierno adjudica.

Pensar en la educación como un componente del gasto público, amerita decir que la derivación presupuestaria al sector; se relaciona con una variable no sujeta a ninguna otra en el contexto macroeconómico es decir; así como la inversión depende del ahorro; el ahorro de la tasa de interés. El consumo, de los precios; los precios del mercado; etc.; el gasto público solo depende de la voluntad ejecutiva del Estado y en consecuencia; su financiamiento a través de la política fiscal.

Esta síntesis pretende insinuar la dificultad manifiesta entre la educación pública en todos sus niveles, y la insuficiencia económica para su óptimo funcionamiento. La educación gratuita, ha sido el motor que puso en marcha, la consolidación de una clase media argentina de nivel cultural económico y social superior, en América Latina. Tal vez porque la sociedad logró niveles de bienestar elevados en parte como consecuencia de un pueblo mejor preparado para el desafió de crecer en forma global.

Esta sociedad, desde sus comienzos cuando descendían en el puerto de Buenos Aires los inmigrantes luego futuros criollos; ya estaban anunciando su preferencia inmediata. Trabajo para generar recursos. Una familia para comenzar una nueva vida. Hijos cultos para sentirse orgullosos de ellos. Autoestima para destacarse socialmente desde el entorno familiar.

La obligatoriedad en la educación, es condición necesaria y de fundamento básico.
Es la restricción a la cual esta sujeto el éxito de la gestión política en la búsqueda de una sociedad, públicamente bien instruida. Si la deserción escolar no encuentra en el Estado, la contrapartida en la educación obligatoria, quedaría en la responsabilidad familiar, la correspondiente consecuencia en el nivel de analfabetismo. En realidad es lo que ha sucedido permanentemente en las últimas décadas.

Por otra parte, el laicismo ha sido otra llave que abrió las puertas de la libertad individual, en la búsqueda de una educación coherente y una sociedad cosmopolita de amplio espectro religioso.

Finalmente, es evidente que las políticas de educación no encuentran en los resultados; un estadio cultural favorable. Un alto grado de marginalidad como consecuencia del desinterés en la educación por parte de los sectores sociales más precarios, hace aun más agudo el problema. En consecuencia es insuficiente la obligatoriedad cuando la indiferencia social se superpone a ella.

La educación y el Laicismo.
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Desde que el hombre es hombre, ha buscado en la metafísica; su relación con el o los dioses que le han dado lugar en este mundo. La religión sea cual fuere, determina las acciones espirituales y morales en la vida comunitaria. Estos valores directrices de comportamiento individual, permiten actuar conforme a objetivos sociales que apuntan al bien común. La educación laica es la posibilidad conjunta entre Sociedad y Estado, de ejercer el derecho a la instrucción pública gozando también, del derecho a profesar cualquier religión o filosofía en particular.

Este respeto por el credo personal, explica un alto grado de superación en la evolución del hombre civilizado. El lenguaje del conocimiento es universal. El lenguaje espiritual, no. El laicismo es la convergencia que hace de esta dicotomía, una ecuación perfecta. La infinita sabiduría del hombre que no reconoce ni tiempo ni espacio, recurrente en su destino evolutivo; no puede despojarse de la sensibilidad espiritual que lo conecta con las religiones que lo han emergido desde las profundidades de la ignorancia. De esta manera a través de la fe, accedió a la verdad prístina. Luego el conocimiento científico, coloca al pensamiento en una evolución tecnológica cuyo escenario no sería el templo, iglesia, sinagoga o mezquita sino; el aula.

Desde el laicismo sabemos que está bien que así sea porque todas las religiones están en un mismo grado de competencia educativa. Cada individuo goza de la amplia libertad de elegir el espacio que el Estado garantiza, dando cabida a la totalidad de las mismas. En los tiempos de la conquista americana, mientras en el viejo mundo la iglesia católica había consolidado su poder conforme al paso de los siglos desde su creación, en el nuevo mundo, debía comenzar una carrera contra el tiempo y contra el advenimiento de otras posibles corrientes religiosas para lo cual, la enseñanza católica sería desde el principio casi una obsesión por parte del catolicismo. La iglesia sabía que el espíritu del hombre se eleva por los carriles de sus creencias; toda educación recibida, será potenciada conforme a su propia exaltación. Con los años, particularmente la nueva sociedad latinoamericana; se constituía en una suerte de masa muy cosmopolita y poco homogénea.

La primera labor educativa desde la religión fue ejercida por los jesuitas. Posteriormente, los sacerdotes católicos conforme a directivas ecuménicas desde el Vaticano; incidieron globalmente en la totalidad de la población aunque el objetivo primario era captar la voluntad de los indígenas.
El paso del tiempo mostraba la resistencia al abandono total de prácticas religiosas precolombinas. Las costumbres chamánicas se combinaban con los nuevos ritos católicos.

En Brasil acontecía algo similar con los esclavos traídos de las colonias portuguesas en África (Angola /Benín /Nigeria), eran del grupo étnico Yoruba. La inserción católica en Brasil generaba un hibrido afro católico cuyo sincretismo religioso, daría amplia contención a deidades cristianas y africanas (Iemanja y Jangó.). Pasaban los años y la enseñanza católica, simplemente existía de hecho por el poder que la curia ejercía hacia el Estado. En este sentido, en Argentina nuevas filosofías apuntaban a un distanciamiento entre la ortodoxia católica y los nuevos pensadores. Era el laicismo que le golpeaba la puerta al nuevo país.

Seguramente, estos argumentos habrían sido parte de la inspiración del Hermano D:.F:.Sarmiento, cuando comenzó su lucha por la educación laica en contra de la católica. Aquella Argentina mas que nunca era un apéndice europeo en las tierras de América del sur y en consecuencia, cierto grado de fanatismo católico; se constituía en una especie de muralla a ser derribada por la dialéctica sarmientista.

No era casual la admiración que Sarmiento tenía por los Estados Unidos en donde el laicismo funcionaba de maravillas, aunque en una sociedad de pluralismo no religioso mas evolucionado.
En este sentido, el gran logro de Sarmiento: La ley 1420 sancionada el 4 de julio de 1884. Argentina miraba hacia el futuro despojada del fanatismo católico y su incidencia en la educación.

Definitivamente, el Estado debía impartir la educación pública para todos en condiciones de igualdad absoluta, (social, cultural, económica). Tampoco se trataba de una lucha unilateral contra la Iglesia sino que se pretendía abrir las puertas del conocimiento con un sentido más humanista que religioso en el que todo ser humano accedería a la educación desde su fe sea cual fuere.

La diversidad encuentra en el respeto, el antídoto a la discriminación. De esta forma quedan todos incluidos al sistema educativo. Así, la garantía del derecho a la educación queda establecida en su universalidad.

La educación laica, promueve la libertad de conciencia. Seria una paradoja que aliente ejercicios religiosos en establecimientos educativos aunque en cierta medida, la pedagogía contempla aquellos conocimientos científicos que no pueden escapar al misterio de las preguntas sin respuestas que la religión resuelve a través de su dogma. Es una forma de interpretar cierta superposición entre la ciencia y la religión, en espacios comunes de exploración investigativa. El laicismo es en parte, el tránsito por la inflexión entre el Estado confesional aceptado incondicionalmente por todos, y el empirismo necesario e irreversible; hacia un destino racional.

Si bien el estado Argentino no es laico; aproximó alguna medida a través de las reformas constitucionales, en particular la de 1994 en la que se suprime en el art. 2, el pertenecer a la comunión católica para ser presidente; además del art. 89 en donde se elimina la obligatoriedad de toda referencia a los Evangelios en el juramento. La distancia que cubre el espacio hacia un Estado laico en su totalidad, encontrará a la iglesia católica presente en vastas áreas del mismo. Fundamentalmente en la Justicia y las Fuerzas Armadas donde la resistencia al laicismo se explica en la cuasi-unanimidad de sus integrantes a la fe católica.

Defender toda filosofía que abarque aquellas manifestaciones culturales en la que ninguna doctrina queda excluida; es suficiente para que el Estado garantice el respeto y la tolerancia como principio de convivencia política. Lo que esta asegurada desde el laicismo, es la educación. Precisamente; esta característica en un país de alta diversidad social, en la que son recurrentes los enfrentamientos étnicos-religiosos; el racismo, la discriminación, la desigualdad social, son la resultante del conflicto.

La educación laica es la que toma distancia en esta problemática, accionando directamente contra el fanatismo y a favor de la inclusión global de la religión, en la enseñanza escolar. Uno de los Derechos Humanos es la libertad de culto. El Estado garantiza su vigencia aunque no desde la neutralidad, ni tampoco expresándose multiconfesional, sino como una condición de la vida democrática. Finalmente y desde otra perspectiva, es lógico presumir que el hombre en relación con la naturaleza y sus creencias; encontrará en el laicismo, un sistema ideal. Nada se logra violando estas libertades.

Avasallar su identidad provoca ira y resentimiento. Si el Estado respeta su dignidad, obtendrá de él su potencial máximo y en consecuencia aproximará decididamente, a una sociedad mas justa conforme a un pluralismo religioso cultural; en armonía. De hecho es nuestra experiencia en Argentina, y sabemos cuan importante es que así sea.


La educación laica, gratuita y obligatoria como respuesta a las expectativas ciudadanas para reducir las desigualdades sociales y dar los medios básicos para la integración social.

Si nos planteamos como viable, el que la educación laica, gratuita y obligatoria accione favorablemente para lograr una situación propensa a reducir las diferencias sociales, debemos observar de que manera las políticas educativas han sido mas o menos exitosas según el contexto histórico en que fueron implementadas. El discontinuo ejercicio de esta práctica educacional, estuvo signado por los avatares de la historia nacional. Como vimos, la educación laica fue la mas difícil de implementar. Ya desde los comienzos, la ley 1420, encuentra al Presidente J. A. Roca en una fuerte oposición a dos frentes. Por un lado al clero local; por otro al Vaticano a través del nuncio papal.

Esta Ley consolida su vigencia hasta 1943 en que siendo presidente de facto Pedro Pablo Ramírez, restablece la educación religiosa en la escuela pública durante todo su mandato. Luego J.D. Perón, derogaría en 1954 la enseñanza religiosa. En su gestión política, Perón desarrolló una especie de culto a su propia imagen junto a su esposa dotando a la educación pública de este nutrido material que a posteriori; La revolución Libertadora se encargaría de destruir conforme a la sanción del decreto 4161 del 5 de marzo de 1956 cuya vigencia duraría hasta el año 1958.

No obstante, el país fue transitando por décadas de auspicioso resultado social. La ecuación siempre cerraba a favor del ciudadano. Era porque el Estado denominado*elefante*; aseguraba el pleno empleo aunque con déficit permanente. Todas las empresas públicas eran usinas de recursos y complementarias de la burocracia nacional.

Esto permitió a las distintas administraciones del Estado, dar una contención global a todas las políticas sociales hasta que el endeudamiento público, abrió un nuevo debate nacional, en la búsqueda de un rumbo económico. La educación estaría ligada a ese destino. Por otra parte, las desigualdades han sido consecuencia de dispersiones diversas en la aplicación de políticas sociales cuyo resultado beneficia siempre a una proporción menor del total.

Es una de las razones por la que, van quedando fuera del sistema quienes reclaman justicia por su exclusión del mismo. Llegaría el momento en que el achicamiento del Estado se planteaba como receta milagrosa a fin de resolver los grandes males de nuestra economía: Terminar con el déficit público. Saldar deuda externa. Financiar gasto público con holgura fiscal. Colocar a la Argentina de emergente a primer mundista.

Venían los cambios de los 90 en donde nuevamente se interrumpe la acción del Estado en la asistencia global de las personas, implementando un sistema competitivo ligado al neoliberalismo poco conocido por la sociedad pero instalado como disciplina exitosa. La competencia era el eje rector del reordenamiento social y la eficiencia, la restricción para acceder entre otras cosas; al mercado de trabajo.

Una de las características del ahora nuevo modelo económico, era dar prioridad a los sectores más vulnerables. La dotación educativa desde el Estado, se restringía fuertemente en la proporción de los recursos asignados. Esta es una forma de profundizar la desigualdad. Así comenzó y se incrementaron las diferencias sociales incluyendo la marginalidad. Si bien la desigualdad es ajena a la responsabilidad de quienes la padecen, será determinante la condición del individuo respecto a su educación como arma defensiva en la lucha por salir de su precariedad social.

La demanda de derechos constitucionales que de hecho están garantizados, no siempre encuentra a la sociedad funcionando solidariamente en la dirección de complementar la tarea del Estado por reducir esta marginalidad. Es una de las características más drásticas del modelo.

La competencia asociada a la eficiencia, mas otros valores de comportamiento social contrastantes; aleja al hombre del prójimo. El Estado restringe presupuesto para el gasto social. El hombre es menos solidario. Entonces, cómo lograr esta integración de la cual estamos hablando?. Evidentemente el problema esta en el sistema aunque las soluciones siempre al alcance de la mano. Por definición sabemos que la educación es un instrumento de fundamental importancia en la construcción de una sociedad mejor.

En este sentido debe ser excluyente que la educación sea gratuita en abundancia sin mezquindad presupuestaria ni miramientos en la problemática de cómo le llegue a los destinatarios dispersos incluso; en aquellos rincones fronterizos en los que a veces la mano de algún samaritano se constituye en el único recurso.

Si a ello le sumamos la obligatoriedad apoyada en la educación laica, abriendo todas las puertas de las aulas como instrumento estratégico en la oferta educativa; optimizaremos el esfuerzo social, en la conquista de logros de excelencia como ser, 0% de analfabetismo a nivel nacional.

Podría sonar utópico mas no debemos temer a las utopías cuando nos colocan en el camino de la lucha por un mundo mejor. Sí debemos dudar de los discursos que nos explican detalladamente, porque una situación social tiene un destino irreversible, frente a su posible superación. Desde cierta tribuna intelectual, genera preocupación el encontrar parte de las soluciones en esta simple receta política. Significa hacer lo que hay que hacer.

El país ha cambiado a través de las décadas pero en esencia la sociedad repite incluso con el mismo lenguaje, los reclamos de siempre: más educación, salud y justicia. El resultado de una sociedad con acceso unánime a la educación laica, gratuita y obligatoria, nos asegura una integración propensa a eliminar aquellas desigualdades que han provocado la ausencia de oportunidades iniciales para muchos.

Una vez que el derecho está asegurado, se debería controlar desde el Estado la inclusión de todos sin distinciones de cualquier orden que tienda a la discriminación. Luego la integración sujeta a reglamentaciones vigentes, requerirá la adaptación de las personas a la disponibilidad educacional. Es de riguroso análisis, la fisura por donde la inacción del Estado en políticas educativas, aumenta el grado de analfabetismo y desurbanidad.

Desde allí y sin retorno a la educación; se pasa a peligrosos estadios de anarquía cultural en los que las desigualdades sociales se instalan estructuralmente. La gestión educativa logra objetivos en el mediano y largo plazo, cuando los actores demuestran a la sociedad sus meritos alcanzados.
En algún momento y desde la propia sabiduría, el hombre reconoce sus diferencias en las que trabajará especialmente sobre aquellas, que lo colocan en situaciones desfavorables frente al resto. Estas movilizaciones se traducen en ascensos sociales de superior calificación, cuyo beneficio se observa con frecuencia, en los que pueden emerger desde la pobreza logrando mejores salarios.

Finalmente, se trata de transmitir valores que favorezcan la convivencia entre las personas con respeto y tolerancia. Este proceso sugiere una estrecha relación con la equidad explicada tanto en el aspecto aglutinante por el acceso de todos al proceso educativo, como también de cubrir geográficamente todo el país y satisfacer las necesidades educativas de la sociedad en su totalidad.

Contribuyen las actuales políticas de educación a la progresiva desaparición de la marginalidad y la inserción del conjunto de la población en un sistema de grupos articulados con las instituciones, ordenado para una evolución previsible y estable en la organización social?.

La marginalidad es un fenómeno resultante entre las presiones de las clases sociales, unas sobre las otras. Los factores adversos son innumerables: pobreza, nutrición deficiente, hacinamiento, precariedad ambiental, etc. Generalmente, los estudios acerca de la marginalidad, centran la atención en el empleo o la carencia del mismo. El hombre en su trabajo, se encuentra condicionado por su nivel educativo y en consecuencia también, los recursos que genera por lo que la educación y empleo; son temas que convergen en este análisis.

La política educativa contribuirá básicamente, si proyecta en la sociedad aquellos mecanismos que logren tendencia a la igualación social en la lucha por la superación de la marginalidad. Caso contrario, sería un instrumento de discriminación y mayor marginación. Desde el punto de vista pedagógico, existen dos teorías explicativas de la marginalidad.

La tradicional que identifica a la ignorancia como causa, y la nueva; que interpreta al marginado no como un ignorante sino como un rechazado social. La primera, data de principios del siglo pasado. Su organización se inspiró en el principio según el cual la educación es derecho de todos y deber del Estado.

Quien no lograba instrucción, era marginado y la escuela; el antídoto contra la ignorancia. La nueva teoría más realista por cierto, critica a la anterior, colocando a la educación en su función de igualación social, y a la escuela como correctiva de la distorsión expresada en el fenómeno de la marginalidad. Plantea que alguien esta integrado no solo por su ilustración, sino cuando se siente aceptado por el grupo y a través del mismo; por la sociedad en su conjunto.
De esta manera, la cuestión pedagógica desplaza el eje de atención del intelecto al sentimiento. Del aspecto lógico al psicológico, del esfuerzo al interés, desde la disciplina a la espontaneidad, de la cantidad a la calidad.

Paradójicamente fue una experiencia que no dio los resultados esperados. Cada maestro debía trabajar con grupos de alumnos reducidos en una relación interpersonal con abundante material didáctico. Estas escuelas experimentales bien equipadas; quedarían circunscriptas a pequeños grupos de elite.

En efecto al enfatizar la calidad de enseñanza, desplazó el eje de preocupación del ámbito político relativo a la sociedad toda; por el ámbito técnico-pedagógico relativo al interior de la escuela. Se ve pues que lejos de resolver el problema de la marginalidad, se agravó.

Posteriormente, en los 50, una nueva forma de pedagogía se asomaba en los escenarios docentes en forma auspiciosa. Era la pedagogía tecnicista. Se inspira en los principios de racionalidad, eficiencia y productividad, reordenando el proceso educativo, tornándolo mas objetivo y operacional. Así proliferaron propuestas pedagógicas tales como el enfoque sistemático, la micro-enseñanza, la tele-enseñanza, computación; etc.

El lado positivo de esta propuesta educativa es que la marginalidad no sería identificada con la ignorancia ni será detectada por el sentimiento de rechazo. Marginado será el incompetente o sea, el ineficiente e improductivo. Parte del problema se resuelve cuando la educación contribuye a superar el problema de la marginalidad en la medida en que forme individuos eficientes, capaces de contribuir al aumento de la productividad de la sociedad. (Dermeval Saviani: Las teoría de la educación y los problemas de la marginalidad en América Latina).

Es un tanto osado argüir que la marginalidad sea potencialmente variable, solo desde las políticas educativas, cuando su arraigo histórico reconoce innumerables fallas estructurales y coyunturales que pasan por los costados de la educación. En las primeras: la pobreza, la delincuencia, la familia numerosa hacinada, la villa miseria. En las segundas: las crisis económicas, la recesión económica, inflación, el desempleo. Aunque es cierto que estas políticas sean cuales fuere, siempre generaran tendencia a la disminución relativa de la marginalidad; habrá una relación inversamente proporcional entre los que ingresan y los que salen de élla. Es el caso de los inmigrantes del interior y países vecinos, en condiciones precarias.

La llegada a la gran ciudad, los encuentra conectados inmediatamente en las villas donde las posibilidades de establecerse son siempre asequibles. Estos conglomerados crecen geométricamente en tamaño y cantidad. Según una encuesta del diario clarín en los 70, daba las siguientes cifras: argentinos, unos 346.060 >(33.04% Buenos Aires/ 11.35% Chaco / 10.02% Corrientes/ 8.06% Capital Federal y resto.). Los extranjeros serian 53.940 la mayoría procedentes de países limítrofes: Paraguay: 37.758/ Bolivia 9.710/ Chile 3.447/ Uruguay 679/ Italia 625/ Brasil 464/ España 340/ Otros 917. Hoy se ve incrementada la proporción en Capital y peruanos liderando la población extranjera.

Esta realidad nos somete a reconocer cierto grado de decadencia. La educación pública no ha logrado igualar oportunidades, contribuyendo a un mayor empobrecimiento y marginalidad. Con los años, el Estado ha demostrado su insuficiencia abarcativa, a fin de dar soluciones concretas y definitivas, a estos y otros flagelos sociales. En esa dirección es que la misma sociedad se ha involucrado en la responsabilidad conjunta de construir nuevos esquemas participativos.

En cuanto a la acción ciudadana en el quehacer nacional; tiene como trasfondo, la redefinición de la relación entre sociedad civil y Estado. Las OSC y ONG destacan su rol en el fortalecimiento de las políticas y los proyectos de desarrollo. El marco social en el cual suceden las cosas, merece aquí un análisis previo. La diversidad de nuestra sociedad, se caracteriza por los rasgos cosmopolitas y de variada composición confesional, que subyacen bajo una fuerte identidad nacional. Esta esencia integradora es la clave que hace posible la convivencia con atributos comunes compartidos. Es el sentimiento unánime de los valores patrióticos a través de los cuales se logra universalidad.

Esta inercia nos permitió construir una sociedad uniforme en la superficie aunque heterogénea en su estructura. Son las diferencias que aumentan la posibilidad de potenciarla favorablemente en la medida que el compromiso cívico deje aflorar las inteligencias múltiples de la población. Las instituciones deberían ser la caja de resonancia de esas virtudes volcadas a la sociedad.

No solo es la oportunidad de acceder a responsabilidades públicas sino que además es la garantía de ser escuchados y consultados. La participación ciudadana siempre ayudará a un mejor desempeño institucional y a una administración pública más eficiente, cuando el compromiso no sea meramente especulativo. Caso contrario, son la forma de legitimar decisiones públicas, a veces lejana de la iniciativa popular.

Este puede ser uno de los caminos para lograr objetivos concretos en la dirección que siguen las políticas educativas. Paradójicamente considero que aun, las bases de nuestra organización social esta en condiciones de ser reformulada con viejas recetas de valoración cultural como aquellas de comienzo del siglo pasado en que la familia era el piso sólido donde se construía el futuro del hombre. En consecuencia su autoestima era la llave que abría las puertas de la realización personal. La sumatoria de estas voluntades; nos dio esa clase media de la cual nos ufanamos hasta el día de hoy.

La educación laica y la confesional. Relación entre la enseñanza dogmática y el estancamiento intelectual. El primer axioma de la educación laica es la no neutralidad. La convocatoria es plural sin distinción de sexo, credo o etnia. Los valores de equidad, igualdad de oportunidades son la consigna a seguir. La escuela laica es racional aunque no impide la comprensión ni la participación en el mundo de las creencias. Elige no educar en la fe, por lo cual es no confesional. La fe y los dogmas no están ausentes en la escuela laica. Simplemente se estudian. No existen como objetivo educar en la fe ni reclutar acólitos, sino formar ciudadanos.

La educación confesional tiene como objeto, formar ciudadanos creyentes. La aceptación del dogma es esencial en el espacio educativo confesional. Ahora bien. Volver un poco a la historia, ayudará a entender mejor esta realidad. La enseñanza dogmática es la nueva ideología que a partir de la caída del imperio romano, prevalece en occidente. El dogma bíblico suprimía la libertad del pensamiento científico a tal punto que se perdería la posibilidad de contemplar los cambios evolutivos.

El estancamiento intelectual se acentuó en la edad media conforme al endurecimiento del cuerpo dogmático cristiano. La interpretación de la existencia universal, se basaba en el diseño de un creador inteligente. Recién a fines del S XVIII, una serie de problemas en investigaciones diversas, requerían soluciones fuera del contexto dogmático. Estos temas giraban en torno al origen de la diversidad biológica, su aparente organización en un esquema natural y la deslumbrante adaptación de todas las organizaciones a su medio.

El creacionismo iba sufriendo el correspondiente desgaste sujeto al dogma imperante hasta que algún naturalista, tuviera el coraje de exponer soluciones tangibles. Esa persona llegó. Era el biólogo francés Jean Baptiste Lamarck. Sustituyó un mundo estático por otro dinámico en el que los cambios graduales en la tierra, teñían que ver con su propia evolución a través de los tiempos remotos desde su génesis. Fue promotor de la conducta y del ambiente.

Defendía el principio de la generación espontánea de las especies sin profundizar en los criterios ascendentes de un tronco común. Más tarde aparecería Darwin con su teoría evolutiva de las especies en la que completaba los vacíos dejados por Lamarck. Es una realidad que el dogmatismo en el límite, genera un gran estancamiento intelectual. Una herramienta sumamente útil que ofrece la ciencia es la filosofía. Las características del pensamiento filosófico es no explicar la realidad en una primera instancia. Luego de un pasaje por cierta instancia reflexiva, produce confusión que se torna en virtud cuando a partir de la lógica y la razón; derrama luz en la demostración de la realidad.

Se puede decir que tanto la educación laica como la confesional, no dejan de ser opciones válidas por parte de la preferencia de las personas que quieran involucrarse por una u otra. Desde el Estado y a través de las leyes; se organiza la educación para las mayorías, sin atender las características personales de cada individuo.

Por ejemplo. Si alguna ley vigente acepta la práctica del aborto, la escuela laica respetará la ley en democracia y en consecuencia asentirá la practica abortiva. Para el creyente el aborto constituye un pecado por lo que en ese contexto se verá expuesto al dilema de aceptarlo. Lo que se busca finalmente, es la supremacía del conocimiento al servicio de una sociedad bien integrada. Si la enseñanza dogmática no asfixia los espacios de experimentación investigativa; podrá convivir con la educación laica en plena satisfacción de la sociedad en su conjunto.
He dicho.·.

2 comentarios:

  1. ESTA TAMBIEN, ES MUY LARGAAAAA!!!!
    APELO AL PODER DE SITESIS!!!

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  2. Cierto que puede ser muy larga, debemos saber sintetizar, pero no siempre es posible o se es capaz de hacerlo.
    Aún con síntesis si en cada vuelta a la "noria", no se añade nada positivo, seríamos como el burro de vueltas y vueltas y no saca agua, pero si cada vez que se da una vuelta al tema se añade algo o se explica algo más, se da un nuevo enfoque, la no síntesis habrá servido para algo.
    Ximo

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